Dialéctica del desarrollo de las fuerzas productivas

Autor: Sergio Guerrero

Audio disponible del min 13:29 al 28:37 en: https://archive.org/details/MesaC.ContradiccionesDeLaAcumulacinDeCapital


La promesa de crecimiento económico sin fin y las posibilidades de superación.

La dialéctica hegeliana en la tradición marxista.

La palabra crisis, los chinos la escriben con dos caracteres (危機), y si interpretamos cada uno de esos caracteres, uno dice peligro (危) y el otro dice oportunidad (機). Esto es parte de un pensamiento dialéctico que las lenguas derivadas del latín han perdido.

Crisis es una palabra que viene del griego, que significa el momento en que se produce un cambio muy marcado en el que hay que tomar esa decisión.

Gramsci definía la crisis como el proceso histórico donde lo nuevo no termina de llegar, y lo viejo no termina de irse, y es aquí donde nacen los monstruos. Monstruos como Stalin, como Pinochet y más recientemente como Donald Trump y como Kim Jong Un. (Monedero, 2016)

La importancia del análisis marxista que lo hace superior a otras metodologías de estudio, es la de ser dialéctico. Marx se hace de la lógica dialéctica para escribir principalmente El Capital, aunque es la lógica dialéctica sobre la cual se desarrolla todo su pensamiento en general.

Esta lógica dialéctica es desarrollada por Hegel, quien reconoce de Kant su crítica a la lógica formal de Aristóteles, lógica que explica la estructura del pensamiento humano, pero que carece de contenido.

Hegel también reconoce que Kant descubrió algo fundamental: que caemos en contradicciones, él las llamaba antinomias. Pero dice que no fue un error de análisis como lo consideraba el propio Kant, que siempre estuvo limitado por la lógica formal, sino que, si esta lógica aristotélica no aceptaba contradicciones, había que cambiar la lógica, porque la realidad está llena de ellas. De ahí que lo que Hegel desarrolla es una nueva lógica que acepta las contradicciones como fundamento de la realidad y que estudia el desarrollo histórico de la humanidad. (Kohan, 2015).

Marx critica fuertemente a Proudhon por no comprender a Hegel y su lógica dialéctica, cabe mencionar que Marx conocía personalmente a Proudhon y fue él mismo quien trató de enseñarle la lógica hegeliana, pero nunca logró que la comprendiera y dice en una carta que le manda a Pavel Annenkov en 1846 “Cuando el señor Proudhon reconoce que no comprende en absoluto el desarrollo histórico de la humanidad… ¿no reconoce también implícita y necesariamente que no comprende el desarrollo económico?” (Marx, Carta a Pavel Annenkov, 1846) en otra carta a Von Schweitzer en 1865 Marx dice, “Proudhon tenía una inclinación natural por la dialéctica. Pero como nunca comprendió la verdadera dialéctica científica, no pudo ir más allá de la sofistería.” (Marx, Carta a J.B. Scheweitzer, 1865).

A pesar de estas críticas a quien no comprendía la lógica dialéctica y la importancia del estudio histórico de la humanidad en el análisis económico, hubo pensadores al interior del marxismo que se esforzaron con mucha energía y también con mucha erudición, en tratar de expulsar de la teoría marxista a Hegel y a su lógica dialéctica, uno de ellos, el más importante quizá, fue Eduardo Bernstein, quien intentó echar a Hegel de la tradición marxista apelando a Kant, intentando hacer un marxismo kantiano. Cosa que es una necedad, porque la tradición marxista es kantiana, pero también hegeliana, spinoziana y shakespeariana.

Bernstein, que era reformista, gradualista, e institucionalista, no quiere concebir la sociedad capitalista desde sus contradicciones antagónicas y de manera más honesta hace explícita la razón de sus esfuerzos antidialécticos, pues decía que se oponía al marxismo hegeliano, porque en la lógica dialéctica está el germen de una concepción radical de los cambios sociales, es decir, se encierra la semilla de la revolución proletaria o como él se expresaba, “del terrorismo proletario” (Bernstein, 1899).

La promesa de un crecimiento económico ad infinitum.

Una lectura del capítulo XXII sobre la reproducción ampliada en El Capital de Marx, nos dice que la necesidad de reproducir de manera ampliada está dada por las propias leyes del capital, es decir, la competencia, y estas constriñen a los capitalistas a expandir continuamente su capital para conservarlo, y no es posible expandirlo sino por medio de la acumulación progresiva, la acumulación supone que la escala de producción debe ser en escala siempre creciente, por lo tanto, la acumulación no sólo es la conquista del mundo de la riqueza material, también es la conquista del mundo de la riqueza social. Al expandir la cantidad de hombres explotados, el dominio directo e indirecto ejercido por el capitalista también se expande (Marx, El Capital, 1885). Es por esto, que los capitalistas tienen el afán de enriquecerse, es decir, de acumular progresivamente.

Pero, ¿Cómo se comporta esta acumulación ampliada en la realidad y cuáles son sus topes? En una nota al pie de página leemos que “el capital, con el interés compuesto sobre cada parte del capital ahorrado, se apodera de todo, a tal punto que toda riqueza de donde se obtiene un ingreso, hace tiempo que se ha convertido en interés de capital” (citado en Marx, 1885) (Economist, 1851), esto es, y como desarrolla a lo largo de todo el capítulo XXI y XXII, de valor sin equivalente, lo que significa que ahora “el intercambio se convierte solamente en una apariencia correspondiente al proceso de circulación…” (Marx, El Capital, 1885) en donde se intercambia y acrecienta el interés sobre trabajo ajeno apropiado sin equivalente.

El funcionamiento del interés compuesto es en esencia muy simple, pero tiene un carácter engañoso y es fácil subestimar, ya que al principio crece lentamente pero el ritmo de crecimiento se acelera hasta convertirse en una singularidad matemática y se dice que se dispara al infinito. (Harvey, 2014)

Que la escala de producción sea “siempre creciente” y que el crecimiento matemáticamente tienda al infinito, supone muchos problemas, ya que la realidad no funciona así porque los creadores originarios de la riqueza, esto es, la tierra y el ser humano no son infinitos, por lo tanto, el proceso de acumulación debe desarrollar las fuerzas productivas.

Pero este desarrollo no sólo supone el crecimiento material de la escala de producción y que relativamente se superen los límites físicos en un momento histórico, sino que también supone el aumento del grado de explotación de la tierra y del hombre teniendo como resultado su agotamiento y deterioro, sino es que su destrucción.

Como el motivo del capitalista no es el de producir valores de uso sino valores de cambio y acumular riqueza, tiene convencida a toda la humanidad de que el modo capitalista de producción es el mejor y en todo caso el único. La humanidad está convencida de que este modo de producción que supone producir por producir y por consiguiente el desarrollo de las fuerzas productivas es la mejor opción a tal grado que se nos hace más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo, y depositamos toda nuestra fe en los científicos de la NASA para que encuentren más planetas similares a la tierra en donde en algún futuro, que dicho sea de paso, no es muy lejano, podamos mudarnos, en lugar de proponernos cambiar nuestro modo de producción y nuestros patrones de consumo.

Por esta razón, sin duda la reproducción acumulativa va a trabar el crecimiento económico en lugar de fomentarlo. Resalta que en el siglo XXI se viva un estancamiento del crecimiento económico.

Pero primero entendamos, ¿qué son las fuerzas productivas? Las fuerzas productivas son entendidas como aquello que permite producir y reproducir la vida humana, y por lo tanto la historia en sí. Pero Jorge Veraza aporta un análisis importante sobre las fuerzas productivas y sostiene que:

Por un lado, existen fuerzas productivas naturales y vitales, por ejemplo, la tierra, las plantas, los lagos, etc., y por otro, las fuerzas productivas humanas, y que estas últimas se orientan y organizan de un modo cuando producen y reproducen objetos y de otro cuando producen y reproducen humanos. A las que producen y reproducen objetos las llamará fuerzas productivas técnicas, como la tecnología, las herramientas, los procesos de trabajo, etc., y a las producen y reproducen humanos, como la educación, el Estado, las familias, etc., las que llamará fuerzas productivas procreativas (Espinoza, 2012)

Aquí la importancia de la lógica hegeliana de la que hablé al principio toma su lugar y es la dialéctica entre las fuerzas productivas técnicas y las fuerzas productivas procreativas, el método que Marx utiliza para comprender la relación entre el sujeto y el objeto, es decir, el sentido histórico de que en unas épocas predomine la producción y reproducción de humanos o que en otras predomine la reproducción y producción de objetos.

Marx nos dice que, a un determinado nivel de las fuerzas productivas, corresponde una determinada forma de comercio y consumo, una determinada forma de sociedad civil y un determinado régimen político. Pero los hombres no son libres de escoger sus fuerzas productivas, ya que estas fuerzas productivas las reciben de las generaciones anteriores. (Marx, Carta a Pavel Annenkov, 1846)

A pesar de esto, “los hombres son seres objetivos que sufren y gozan la realidad. Y es este apasionamiento el que nos impulsa a actuar y a transformar sus condiciones y a revolucionar nuestra realidad. Por lo tanto, la pasión es una poderosa fuerza productiva de la humanidad…” (Espinoza, 2012) pues como decía Marx: “de todos los instrumentos de producción, la fuerza productiva más grande es la propia clase revolucionaria.” (Marx, La miseria de la filosofía , 1847)

Sin embargo, el desarrollo de las fuerzas productivas técnicas, que es la producción de objetos, también es importante, pues ayuda a que se requiera menos trabajo y sacrificio para obtener los medios de subsistencia y los medios de producción, mediante la transformación de la naturaleza y adecuación de la misma a las necesidades humanas. Lo que supondría un mejoramiento del nivel de vida de la humanidad (Espinoza, 2012)

La base real para la transformación.

La creación de estas condiciones materiales de producción son las únicas capaces de construir la base real de una formación social superior cuyo principio fundamental sea el desarrollo pleno de los individuos, y no el desarrollo pleno de los capitales.

Lo que no se quiere entender todavía es que la forma de producción actual es una forma histórica y transitoria, como lo era la forma feudal y que los hombres se ven obligados a cambiar sus formas sociales cuando el tipo de distribución, que en nuestra sociedad es el comercio, ya no corresponde a las fuerzas sociales adquiridas. Por ejemplo, que hayamos logrado producir suficientes alimentos para toda la población del planeta. Tanto así que se tenga calculado que alrededor de un tercio de la producción de los alimentos destinados al consumo humano se pierde o desperdicia en todo el mundo (FAO, 2012) mientras existen alrededor de 795​ millones de personas en el mundo que no tienen suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa, o por lo menos para no morirse de hambre (Alimentos, 2015) .

Y el momento en que las contradicciones se vuelven crisis, es cuando se desarrollan los grandes cambios sociales. Por ejemplo, mediante la Revolución Gloriosa en 1688, la Revolución Francesa en 1790 y la Revolución Rusa en 1917. En estas revoluciones, los hombres renunciaban a los regímenes políticos que no son más que la expresión de la vieja sociedad civil que ya no era compatible con el desarrollo alcanzado.

Como el ejemplo de la alimentación hay muchos más, pero no me da el tiempo para ilustrar y demostrar que nos encontramos en un momento histórico muy parecido en que las condiciones necesarias para transformar la realidad se están presentando, quien tenga ojos que vea.

Es obvio que los hombres jamás van a renunciar al desarrollo de las fuerzas productivas que se ha logrado, pero eso no significa que no renuncien a la forma social por la cual se adquirió este desarrollo. Mucho menos significa que no someta a crítica el propio desarrollo alcanzado.

“La fuerza expansiva de los medios de producción, rompe las ligaduras a las que las sujeta el modo de producción capitalista” y tan pronto como estas fuerzas pasen a manos de los obreros “se convertirán, de tiranos demoniacos en sumisas servidoras” (Engels, 2007) para que por medio de ellas que tienen el potencial de transformar la realidad, se alcancen los fines propuestos.

Las condiciones de la posibilidad de que todos los hombres puedan satisfacer de manera completa y de manera cada vez más holgada sus necesidades materiales están dadas, solamente hace falta echar un vistazo a los datos de superproducción y de las crisis por superabundancia. Existe la posibilidad de que, dadas estas condiciones, el hombre pueda garantizar “el libre y completo desarrollo y ejercicio de sus capacidades físicas, espirituales e intelectuales.” (Engels, 2007)

La revolución se comporta como un viejo topo, “que circula incesantemente por debajo de la tierra, sin que se perciba su trayectoria, hasta que, de repente, irrumpe bruscamente en la superficie” (Sader, 1995), sacudiendo nuestro presente. Y pronto irrumpirá, porque en estos tiempos lo que está en juego es la extinción del propio ser humano como especie.

Referencias

Alimentos, P. M. (2015). Programa Mundial de Alimentos. Disponible en https://es.wfp.org/hambre/datos-del-hambre

Bernstein, E. (1899). Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocrácia. México: Siglo XXI.

Economist. (1851). En K. Marx, El Capital (pág. 725). Londres.

Engels, F. (2007). Del socialismo utópico al socialismo científico. Ciudad de México: Quinto Sol.

Espinoza, R. (2012). Técnica y vida en Marx según Jorge Veraza. En J. Veraza, Karl Marx desde la perspectiva de la vida. Distriti Federal: Itaca.

FAO. (2012). Pérdidas y desperdicios de alimentos en el mundo. Disponible en http://www.fao.org/food-loss-and-food-waste/es/

Harvey, D. (2014). Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo. Quito, Ecuador: Instituto de Altos Estudios Nacionales.

Kohan, N. (2015). Historia de la dialéctica y la filosofía. Historia de la dialéctica y la filosofía. Argentina. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=qlIFBilqcs0&t=3631s

Marx, K. (28 de diciembre de 1846). Carta a Pavel Annenkov. Bruselas.

Marx, K. (1847). La miseria de la filosofía .

Marx, K. (24 de enero de 1865). Carta a J.B. Scheweitzer. Londres, Inglaterra.

Marx, K. (1885). El Capital. Siglo XXI.

Monedero, J. C. (2016). Cuando los depredadores han comido no atacan a las víctimas. Zara y el Corte Inglés. Madrid. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=zGqY9juujCI&t=3105s

Sader, E. (1995). As surpresas da toupeira. Sao Paulo.