Energía eólica en Oaxaca

Autor: Gabino Martínez Hernández

Desarrollo sustentable y energía eólica en Oaxaca…. ¿Para quién?

En el Istmo de Tehuantepec desde 1994 se han llevado a cabo diversos proyectos relacionados con la energía eólica y, actualmente, existen 24 parques eólicos operados por diversas empresas privadas. Bajo justificaciones y promesas hasta ahora incumplidas no solo se han llevado a cabo estos proyectos, sino también se ha hecho creer a la opinión pública que este proceso beneficia a todos por igual; incluso ha sido considerado un gran paso hacia la sustentabilidad nacional. En este contexto, la mayor amenaza que enfrenta el estado es la instauración del Corredor Industrial Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, una de las Zonas Económicas Especiales contempladas por el ejecutivo federal. Así, la instauración de dicha ZEE no es más que un esfuerzo por reanudar el proceso de construcción de nuevos parques eólicos.

En la actualidad, destacan ciertos factores que han permitido un rápido crecimiento de la generación de energía eólica en los países en vías de desarrollo. La saturación de los mercados de energía eólica ubicados en países desarrollados, el apoyo financiero a la producción de energía renovable por parte de organismos no gubernamentales -derivado del cambio climático-, y débiles condiciones legales imperantes en países subdesarrollados han permitido que se hayan realizado un gran número de proyectos relacionados con este tipo de energía.

En el caso de México, tanto la intensidad como la recurrencia de las corrientes de viento presentes en la zona del Istmo de Tehuantepec la convierten en una zona excepcionalmente buena para la generación de energía eólica. De acuerdo a la AMDEE se estima que el potencial eoloeléctrico en México es superior a los 50,000 MW mientras que, en el estado de Oaxaca, la SENER estima un potencial superior a los 10,000 MW y la CFE un potencial eólico superior a los 5000 MW, esta última, cantidad suficiente para abastecer a 18 millones de habitantes del medio rural anualmente (DELOS).

Históricamente, a pesar de que una planta anemométrica fue instaurada por la CFE en 1986, no fue sino hasta 1994 cuando la primera planta eólica en México (La Venta I) fue construida en el Istmo de Tehuantepec. Desarrollada por la empresa danesa Vestas, el proyecto fue licitado por la CFE bajo el esquema de obra pública financiada: su objetivo principal no era la obtención de altos rendimientos, sino el fungir como una base piloto capaz de recabar información sobre el desempeño de los aerogeneradores.

A partir de lo anterior, en el año 2000 se realizó el Coloquio internacional sobre oportunidades para el desarrollo eoloeléctrico del corredor del istmo de Tehuantepec. Su intención sería no solo reducir la brecha económica que impera entre el sur y el norte mediante la creación de empleos, la “democratización de la productividad”, la creación de cadenas de valor y el cambio de la estructura productiva hacia actividades mejor remuneradas, sino posicionar a Oaxaca como líder a nivel nacional en energía eólica, de cara al compromiso de reducir, en aquel entonces, sus emisiones de GEI en un 5% para el periodo 2008-2012, de acuerdo al protocolo de Kyoto.

Lo anterior marcó el inicio de un periodo de auge en torno a la construcción de parques eólicos en Oaxaca. Desde entonces, la Comisión Reguladora de Energía ha administrado permisos para la instalación de 3662 MW de energía eólica por parte de empresas privadas, principalmente bajo la modalidad de autoabastecimiento o de producción independiente de energía (PIE). En el primer caso, la energía producida se suministra a un grupo de consumidores privados nacionales, entre los que destacan Tiendas Soriana, CEMEX, Bimbo, Nestlé México, ITESM, y Cementos Apasco, quienes gozan de precios de la energía eléctrica más bajos que la tarifa impuesta por la CFE, mientras que en el caso de los PIE la energía es vendida directamente a la CFE.

Algunas estimaciones siguieren que el costo de producción de la eoloelectricidad es de aproximadamente 0.85 pesos/Kwh, por lo que las empresas operadoras son capaces de vender la energía a los consumidores antes mencionados a un costo entre 5 y 10 % menor que el de la CFE. Si en promedio la tarifa de energía eléctrica para el ramo industrial tiene un costo aproximado de 1.46 pesos/Kwh la rentabilidad de la venta de esta energía es considerable. Además, estas empresas productoras perciben ingresos provenientes del Mecanismo de Desarrollo Limpio incluido en el Protocolo de Kyoto, ya que Certificados de Reducción de Emisiones les son entregados al llevar a cabo estos proyectos, los cuales pueden ser vendidos en el mercado abierto.

De este modo, existen claros beneficiarios directos en relación con la energía eólica y, además, las promesas bajo las que se fundamentaron estos proyectos han sido claramente olvidadas. Hasta ahora, entre las localidades afectadas destaca la falta de acceso a la energía eléctrica , la generación de empleos temporales y de baja remuneración , una transición productiva inexistente, el abandono de la producción agrícola local y la consecuente dependencia de los ingresos de los pobladores con respecto a las empresas extranjeras, así como también el encarecimiento de los bienes básicos.

Asimismo, este proceso ha estado acompañado de afectaciones de todo tipo: tergiversación de asambleas por parte de las empresas constructoras; bloqueo a proyectos eólicos comunitarios; inexistencia de información financiera sobre la rentabilidad de los proyectos eólicos para las comunidades anfitrionas; remuneraciones por arrendamiento y regalías 6 veces menores a aquellos recibidas en países europeos; pérdida de biodiversidad (aves y murciélagos); deterioro del suelo agrícola; daño auditivo en humanos y ganado; y división/confrontación al interior de las comunidades locales, por mencionar algunos.

Bajo las mismas premisas/justificaciones se pretende incrementar la escala de los proyectos eoloenergéticos en Oaxaca. “La instauración de la Zona Económica Especial del Istmo de Tehuantepec promete convertir a esta zona en el nuevo Canal de Panamá”, afirma Alejandro Murat Hinojosa, gobernador electo del estado. El Corredor Industrial Interoceánico conectará el Océano Pacífico con el Golfo de Tehuantepec, promoverá la creación de un gasoducto transoceánico desde Coatzacoalcos hasta Salina Cruz, así como también rehabilitará el ferrocarril del istmo e impulsará la carretera transístmica. Todo lo anterior con un objetivo central: convertir a la ZEE del Istmo de Tehuantepec en la proveedora de energía central para las otras ZEE. Así, viejas promesas se emplean una vez más para justificar un entorno caracterizado por mayor incertidumbre y adversidad para las comunidades locales.